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El Hábito

Antaño, el hábito de la cofradía fue negro, al igual que el capillo, con las cinco llagas de San Francisco sobre el pecho, un cordel ciñéndole y una gasa negra desde la punta del capirote hasta la cintura, herencia de la Cofradía de San Francisco. En 1929 se comenzó a usar el hábito color blanco-crema con el capillo del mismo color y la Cruz de Jerusalén en el pecho y sin capa.

Con el paso del tiempo el blanco-crema pasa a ser blanco total y en el año 1975 se le añade la capa con ribete rojo.

Así en la actualidad el hábito de la Cofradía es totalmente blanco con detalles (cruces y ribetes) en rojo. Este blanco simboliza la pureza del Santo Sudario en que que fue enterrado Jesús Cristo una vez fue descendido de la Cruz y las Cruces la ascendencia al Santo Sepulcro de Jerusalén.

Del negro franciscano al blanco del Sepulcro, pasando por el crema sin capa

Túnica blanca con botones rojos en el eje vertical delantero, en toda su longitud. Cruz del Santo Sepulcro bordada en rojo en el pecho izquierdo. Se añaden manguitos (pieza a modo de manga postiza que cubre la vestimenta desde detrás del codo hasta la muñeca en la que cierra a modo de puño de camisa). Capillo blanco con la Cruz del Santo Sepulcro a la altura del pecho. Capa de tipo manteo ribeteada en tela roja y cuello de tela roja igual al ribete. En la parte delantera, dos botones forrados de la misma tela que el ribete, unidos por una tira de tela trenzada de la misma tela y color. En el lado izquierdo, bajo el hombro y coincidiendo con misma altura de las cruces de túnica y capillo, llevará bordada la cruz del Santo Sepulcro. En la cintura, cordón de lana blanca trenzada con nudos como homenaje a nuestro origen franciscano. Guantes blancos. Zapatillas de loneta o similar, completamente blancas con sendas hebillas rectangulares rojas (las hebillas, junto a las tres cruces anteriormente mencionadas en túnica, capillo y capa simbolizan las Cinco Llagas) y calcetines completamente blancos.

Como complemento de la túnica se portará la vela o complemento que reglamentariamente apruebe el Cabildo. Actualmente es obligatorio portar el farol en las filas.

La Cruz de Jerusalén

La cruz como emblema gráfico es universalmente utilizada, sobre todo por el influjo del mundo cristiano, que encuentra en esta representación el más importante de todos sus iconos, pues es símbolo del sacrificio de Cristo. Es en la Edad Media cuando su uso se hace más generalizado, siendo utilizada como insignia no sólo por las autoridades eclesiásticas, sino también por los gremios y órdenes de caballería, que la materializaban en sus escudos y emblemas y la ondeaban en sus estandartes.

La Cruz de Jerusalén surgió en este contexto medieval, y lo hizo como escudo del nuevo reino fundado en Tierra Santa, el cual fue establecido tras la Primera Cruzada en el año 1099, y se debe a la figura de Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena, uno de los principales jefes de dicha Cruzada, predicada por Urbano II en el Concilio de Clermont, y el primero de los regentes de la ciudad de Jerusalén, bajo el título de Sancti Sepulchri advocatus, Protector del Santo Sepulcro.

La Orden de Caballería

Bajo dicho título creó la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, con la finalidad de organizar la asistencia religiosa del Santo Sepulcro, aunque no sería sino su hermano Balduino I de Jerusalén, quien dotaría oficialmente de reglamento a esta Orden a imitación de las del Temple y el Hospital. Como insignia les otorgó una cruz formada por cinco cruces rojas, en recuerdo de las cinco llagas de Jesucristo (las dos manos, los dos pies y el costado traspasado), símbolo del reino recientemente creado, e insignia que ya en el siglo IV Santa Elena, madre del emperador Constantino, había otorgado al grupo de canónigos y seglares que dejó en Tierra Santa para conservación y custodia del Santo Sepulcro.

La Orden del Santo sepulcro sería una de las cinco que se instituyeron en los Santos Lugares junto a la del Temple, la de San Juan de Jerusalén, la de los Caballeros Teutónicos y la de los Lazaristas. Con la toma de los Santos Lugares por parte de los musulmanes de Saladino, la Orden se trasladó a Europa instituyendo diversos conventos que sufrieron dispar trayectoria. El Papa Inocencio VIII intentó, en 1489, incorporar dicha Orden a la de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, que como sabemos tenía en estas tierras manchegas uno de sus prioratos más importantes de España, cuya cabeza se encontraba en la vecina villa de Consuegra, no obstante muchas fueron las oposiciones a este proyecto, y en lugares como en España donde la devoción por el Santo Sepulcro siempre había sido muy importante, no se consiguió. En la actualidad la Orden del Santo Entierro continúa existiendo, aunque de manera honorífica dedicada a obras de caridad. España, es uno de los lugares donde todavía se mantiene viva y renaciente esta Orden, siendo el madrileño templo de San Francisco el Grande, y en concreto su capilla del Calvario el lugar en el cual celebran sus reuniones y funciones religiosas.

Interesante es también señalar como el Papa León X autorizó a los Franciscanos encargados de Tierra Santa para armar caballeros del Santo Sepulcro a cuantos peregrinos llegasen a Jerusalén y así lo solicitasen, siempre y cuando demostrasen pertenecer a familias principales de Europa, ya que tradicionalmente los componentes de esta Orden han sido siempre distinguidos miembros de la nobleza.

Simbología de la Cruz de Jerusalén

La tradición, fuerza e historia de la Cruz de Jerusalén, como vemos, está muy arraigada en la memoria del cristianismo, por lo que no es nada infrecuente encontrárnosla como emblema o parte de la heráldica de alguna cofradía o hermandad de pasión, máxime cuando su simbolismo y significado, no sólo su historia, está cargado de sentir cristológico y pasional. Así, el total de cinco cruces que componen este escudo representan las cinco llagas de Cristo –las producidas por los clavos en las manos y los pies, y la sufrida en el costado a consecuencia de la lanzada– . También se quiere ver en la cruz grande central, la representación de Jesucristo, aunque hay quien asegura que ésta, al estar compuesta por cuatro Taus, representa la ley del Antiguo Testamento. Por su parte, las cuatro cruces pequeñas simbolizan los cuatro evangelios proclamados en las cuatro esquinas de la Tierra comenzando en Jerusalén. Como ya se ha dicho esta cruz también fue tomada como escudo del Reino de Jerusalén, y como tal era portada por mucho de los cruzados que según su procedencia la lucían de un esmalte o metal diferente (color heráldico), así, los franceses la llevaban de plata (blanco), los italianos de azur (azul oscuro), los alemanes de sable (negro), los polacos de sinople (verde), y los españoles de gules (rojo), tal y como lo podemos observa en la heráldica de cofradías relacionadas con el Santo Entierro, tanto en sus estandartes como en el hombro izquierdo de la capa que visten sus hermanos.

Las Cinco Llagas de San Francisco

El término Cinco Llagas, «quatro las de los clavos, quinta la de la lança» al decir de Gonzalo de Berceo, hace referencia a las cinco heridas que recibió Jesús en su crucifixión. Estando vivo le fueron infligidas las perforaciones de ambas manos y pies practicadas por los clavos que lo asieron a la cruz; y una vez muerto y como modo de asegurarse de su fallecimiento, recibió una herida en el costado derecho, practicada con una lanza que le atravesó el tórax hasta alcanzar el corazón.

La devoción a las Cinco Llagas se encuentra íntimamente ligado a la de la Sangre de Cristo y a la adoración de la Santa Cruz.

La devoción por las Cinco Llagas fue iniciada por San Francisco de Asís que según la tradición —estando en éxtasis— recibió directamente del Crucificado estos estigmas en su propio cuerpo. Este hecho se recoge en la liturgia con la fiesta de la impresión de las llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco el 17 de septiembre, de donde pasa a las cofradías de impronta franciscana.

De aquí que la orden de los Frailes Menores, y por ende agrupaciones derivadas o estrechamente ligadas a las mismas, use como emblemas propios distintos símbolos que las representan:

  • El escudo de las Cinco Llagas: sobre campo de oro Cinco Llagas o heridas sangrantes en sotuer
  • El cordón franciscano de cinco nudos (aunque el que ciñe el hábito lleva tres por los votos de pobreza, castidad y obediencia)
  • El abrazo franciscano: en torno a una cruz sumada a una nube, dos brazos cruzados con las palmas extendidas mostrando sendas llagas en las mismas; uno de los brazos aparece desnudo (Jesucristo) y el otro vistiendo el sayal franciscano (San Francisco de Asís). Este símbolo representa la leyenda que cuenta cómo el crucifijo ante el que San Francisco se encontraba en oración descolgó un brazo de la cruz para estrecharse en un abrazo con el santo de Asís.

La Cruz de Malta

La Cruz de Malta, también conocida como Cruz de San Juan o Cruz de ocho puntas, es identificada como el símbolo de los caballeros que servían en el hospital de Jerusalén, conocidos primero como los Caballeros de la Orden Hospitalaria y luego como Caballeros de San Juan. Originalmente fue el símbolo de Amalfi, una pequeña república italiana del siglo XI.

La cruz es de ocho puntas y tiene la forma de cuatro «V» unidas por sus vértices, de forma que cada brazo tiene dos puntas. Su diseño se basa en cruces utilizadas desde la Primera Cruzada. La cruz de Malta sigue siendo el símbolo de la Orden Soberana y Militar de Malta así como otras órdenes denominadas de San Juan. En los últimos siglos ha llegado a ser adoptada como la insignia de numerosas órdenes de caballería.

La Medalla

La Medalla de la Cofradía recoge y aúna todos los símbolos anteriormente descritos.

Como eje de la misma, como no podía ser de otra forma, la Cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén. Enmarcando la misma, el cordón franciscano y, por debajo, las Cinco Llagas de San Francisco. Todos ellos «soportados» por la Cruz de Malta y, finalmente, dignificada por la Corona Real en virtud del otorgamiento y aceptación como Hermano Mayor Honorario de Su Majestad El Rey de España y, finalmente, con la concesión por parte de S.M. el Rey Felipe VI del título de Real Cofradía el 1 de julio de 2018.